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imagino un jardín en el terreno baldío camino a casa °❀⋆.ೃ࿔*:・
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técnicas mixtas sobre tela montada en una malla ciclón recolectada de un terreno baldío sobre una avenida principal en Tlajomulco de Zúñiga
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2025
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se pueden encontrar señales divinas en las calles
yo sentí una en el terreno baldío junto al home depot
porque cuando paso por ahí me imagino
acostada sobre el pasto seco y es cuando empiezo a desear
extraños que se encuentran en la malla ciclón
tras bajar del camión después del trabajo
la luz se filtra entre los árboles
que pertenecen al walmart de al lado
y el canto de los pájaros se confunde
con la velocidad de los autos de lópez mateos
niños ensucian sus manos jugando en la tierra
entre alambres viejos y pedazos de lona tirados en el suelo
mi deseo ha quedado atrapado entre metros
cercado en un lote privado a la vista de todos
una tierra que no espera más que la llegada de un comercio
y aún así, yo sueño con raíces que atraviesan el concreto
con flores que brotan entre una ciudad estruendosa
en un jardín que se niega a las líneas de propiedad
y no pide nada más que nuestra presencia
en ese terreno imagino una pausa
un espacio que no se mide en metros cuadrados ni en cajones de estacionamiento
sino en pasos, en sombra, en cómo el tiempo se detiene simplemente para observar
y el despertar espiritual que no está en otra parte
nos aguarda aquí, en el terreno baldío que imagino como un jardín
Tlajomulco de Zúñiga es nombrado con frecuencia por su carácter industrial y residencial: un territorio colmado de fraccionamientos y cotos privados. Esta condición revela una paradoja en el modo en que se habita: mientras se promueve la vivienda como bien de consumo, se restringe el tránsito libre, el derecho al peatón y el acceso a espacios públicos de encuentro. La ciudad, en este sentido, se construye más como un producto que como un lugar común.
Frente a ello, mi práctica cotidiana ha sido caminar para ir al supermercado, a la plaza o al café. Camino esta ciudad como gesto político: recorrer una avenida como López Mateos, donde las banquetas son irregulares, el transporte público insuficiente y la movilidad peatonal casi inexistente, es enfrentar la evidencia de una ciudad diseñada para el automóvil y no para los cuerpos. Este andar se convierte en una forma de resistencia, un modo de reclamar la ciudad desde la fragilidad y la insistencia de los pasos.
La pieza Imagino un jardín en el terreno baldío camino a casa surge de esa experiencia. Consiste en una pintura montada sobre una reja de malla ciclón, evocando el terreno baldío que atravieso a diario. Ese lote, probablemente privado y relegado al olvido, aparece para mí como un espacio de posibilidad: imaginar ahí un jardín es imaginar una pausa en medio de la aceleración de la ciudad, una apertura sensible en un entorno dominado por cadenas comerciales, avenidas rápidas y lógicas de consumo.
El jardín aquí funciona como una figura utópica. Gaston Bachelard, en La poética del espacio (1957), recuerda que los “lugares imaginados son tan habitables como los reales, pues abren en nosotros espacios de ensoñación que nos permiten pensar otras formas de habitar”. Asimismo, Michel de Certeau, en La invención de lo cotidiano (1980), señala que “las prácticas ordinarias como caminar son formas de ‘tácticas’ con las que los individuos resisten las imposiciones de la ciudad planificada”. Imaginar un jardín en un terreno baldío es, entonces, una táctica contra la lógica productivista que organiza nuestros recorridos y tiempos urbanos.
La crítica urbanística de Henri Lefebvre también resuena aquí. En El derecho a la ciudad (1968), Lefebvre insiste en que habitar no se reduce a ocupar una vivienda, sino a participar de la construcción de espacios colectivos, de lo que él llama “espacios de apropiación” frente a los “espacios de consumo”. El jardín imaginado es, en este sentido, un acto de apropiación simbólica, una propuesta de volver fértil lo que la ciudad ha condenado al vacío o al lucro inmobiliario.
La obra se inscribe así en un gesto artístico que busca abrir un resquicio a lo sensible en el paisaje urbano: imaginar un jardín como ejercicio de crítica y como insistencia poética. Porque entre el tránsito veloz, las rejas y los terrenos olvidados, queda la posibilidad de inventar otras formas de estar juntos en la ciudad, aunque sea a través del sueño de un jardín.







